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Vuelta al ruedo de los progresivos Fughu cuatro años después de un inicio marcado por la edición de <em>Absence</em>, álbum que data del 2009. Y si bien es el Progresivo el hilo conductor en este trabajo, distintos son los géneros que aquí se solapan: raíces arrancadas de forma tal de ser arrojadas hacia el Thrash, pero fusionadas con el sonido de aquellas bandas precursoras del Rock Sinfónico, como King Crimson o Yes.

El sello de la agrupación es claro. No intentar incursionar en ningún otro género. Están bien encasillados y tienen con qué signar la diferencia. Las capacidades de sus integrantes hablan por sí mismas. Pero, para la ocasión, doblegaron su apuesta y editaron una placa en dos partes: <em>Human: The Tales</em>, por un lado, y <em>Human: The Facts</em>, por el otro. Si vamos al caso, el orden de los factores no altera el producto a pesar de las diferencias establecidas entre uno y otro, musicalmente hablando.

Quince cortes componen el larga duración mencionado, aunque para la ocasión haremos un análisis individualizado. En ambos, lo primero que debo resaltar es la calidad del sonido de la producción. Y no es broma. Hay mucho trabajo desde los teclados, guitarras, voces que encajan perfectamente y una batería que desde el fondo le pone el moño dorado a la banda. Profesionalismo creativo es lo que sobra, así que si sos adepto al género, no dejes pasar la oportunidad de que lleguen a tus oídos. Eso sí, es menester hacerse de un buen tiempo, porque si bien ambos discos tienen individualmente menos temas que un disco convencional, la duración de cada una de las canciones que lo integran es bastante prolongada.

“The Human Way” o “Inertia” son la más claramente representan lo que se puede encontrar mientras el disco corre. Las voces operísticas de Santiago, y un más que destacable trabajo desde las seis cuerdas por parte de Ariel Bellizio, le dan a la banda un carácter personal, pero no único e irrepetible. Suben y bajan de velocidad, siguiendo a clásicos del género, o incluso a nuevas propuestas;

Queensrÿche y Porcupine Tree son los primeros nombres que vienen a nuestra mente. Siempre hay una carta guardada que permite realzar esos sabores Progresivos que son base clave de la banda. Los tampoco escasean, y de hecho se calzan la corona de laureles para “Dry Fountain”, al igual que la voz, en tanto juega con sus virtudes más agudas y pacientes. Se trata de un disco que por momentos hace que respires paz, para luego sacar toda tu furia de tu interior, experimentando otras sensaciones. Esos redobles casi silenciosos generan atmósferas en el disco que son muy llamativas, a veces casi como desapareciendo, pero que nunca dejan de tener el ímpetu necesario.

“Twisted Mind” juega con algún pasaje más Techno-Pop: la banda sigue por la misma senda, pero emulando sonidos más cercanos a lo electrónico. Algo de la esencia de los ochentas se cuela allí –Genesis a la cabeza-, pero siempre progresivo, trabado, enroscado, y melódicamente muy bien compuesto. “Goodbye” corrobora que Santiago Burgi definitivamente conoce que tiene con qué ejercer un liderazgo desde el micrófono, no hay duda; y la banda lo entiende a rajatabla, acoplándose a las virtudes de su frontman.

Para el cierre, “Evil Eyes”, quizás la más rockera del disco, y “Mayhem” , que cercana a los nueve minutos de duración termina siendo una obra que engloba los distintos pasajes de  The Tales, conjugan voces pasivas, voces activas, infinidad de arreglos desde la percusión y un trabajo muy fino desde la seis cuerdas, en materia de riffs y acordes.

The Facts cuenta con todo lo que caracteriza a su mellizo, pero con la inclusión de pasajes de piano que en su compañero están presentes de una manera menos clásica. La cruseza se vuelve aquí en la contracara de la progresión. “Void” es el desencadenante en todo esto, siendo un tema casi instrumental. “Quirk Of Fate” arranca con unos acordes oscuros entremezclados con sonidos un tanto más barrocos.

Quizás la diferencia más marcada sea que este comienzo denota una apuesta más sinfónica respecto a lo que se venía escuchando. Se habla más y se canta menos, quizás queriendo transformar los sonidos en una especie de fábula. Las afinaciones vocales marcan otra sintonía: más graves o dignas de lucirse en soledad, y mucho más acompañadas por teclados que desde el fondo le dan un cuerpo distinto a la composición.

“The Play” invita a la banda a sumirse en juegos más melódicos y románticos, donde pueden apreciarse las diferentes capaz de voces. Y, a su vez, se trata del momento cúlmine en el que uno puede comprender donde radican las diferencias entre ambos Human.

Lo sinfónico se acentúa con “Climb“, sintetizadores de por medio; el claro rugir de la batería es el fuerte de la obra, mucho más ambiciosa que cualquiera de la anteriores. Quizás hasta te recuerden a trabajos de Pink Floyd.

“Vater” es otro ejemplo, quizás un tanto más psicodélica que las anteriores; potencialmente, podría oficiar como track de una película de terror. Por momentos recorre pasajes operísticos y no titubea en querer transformarse en el espacio electrónico de la banda. Por otro lado, a través de “Winter”, Fughu invita a momentos de mayor relax, introspectivos.

“Till The Day I Die” es un resumen de todas estas variables descriptas, extraña en toda su extensión, pero insisto, de película. La homónima “The Facts” continúa por la senda transitada por sus antecesoras, donde no hay instrumento que no se distinga. El ir a destiempo musicalmente hablando ya es una idea fija en el seno de la banda. Progresión y tecnicismo: dos claves a partir de las cuales todo entendedor del estilo no necesitará mucho más para dejarse conducir.

Latin Metal Net | Hernán Mazón